CATEDRAL DE ASTORGA

Museo Catedralicio

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Antes de que este edificio fuera destinado a museo se albergó la Antigua Escuela de la catedral, la biblioteca y el archivo. El museo fue inaugurado en 1954, bajo el pontificado de don Jesús Mérida Pérez, siendo su primer director el canónigo don Pedro Martínez Juárez. Una de las primeras firmas que figura en el libro de visitantes es la de Angelo Giuseppe Roncalli, hoy san Juan XXIII. La realizó el 24 de julio de 1954 cuando aún era Patriarca de Venecia y volvía de peregrinar a Santiago de Compostela.

Sala entrada

En esta sala, conocida como la capilla de San Ildefonso, resaltamos las siguientes piezas:
 
Crucificado de Gaspar Becerra, el autor del retablo mayor de la catedral: está realizado en madera de boj, destaca su torso y cuerpo desnudo brillantemente ejecutado.
 
Cabeza románica: esta bella cabeza es uno de los restos mejor conservados de la antigua catedral románica. Su desarrollada técnica ha hecho que algunos autores lo hayan relacionado con el estilo del Maestro Mateo de la catedral de Santiago.
 
Esmalte de Limoges: obra del siglo XVI que representa el momento de la crucifixión de nuestro Señor. A la derecha de Jesús, su madre la Virgen María, a la izquierda San Juan Evangelista y arrodillada enjugando los pies de Cristo la Magdalena. El esmalte va enmarcado por un soberbio marco de plata repujado y cincelado.

Sala I

Se trata de la sala más importante del museo. En ella se albergan algunas piezas únicas en su género:

En primer lugar, la Arqueta de San Genadio, de valor excepcional. Fue regalo de Alfonso III el Magno a San Genadio, obispo de Astorga en el siglo X. Ha servido de relicario y también para reservar la Eucaristía.

Se puede apreciar que la madera está revestida por cinco planchas de plata repujada y sobredorada. Es una pieza única de la primitiva orfebrería asturiana que guarda relación con la Caja de las Ágatas y la Cruz de la Victoria de la Cámara Santa de Oviedo. Su originalidad está tanto en las múltiples inscripciones y su rica iconografía. El diseño de espejos permite verla por todas sus caras.

Broche románico del siglo XII, de oro y esmaltes, con el tetramorfos, sin el pantocrátor, perdido en el transcurso de los siglos.

Cruz procesional: realizada en plata blanca cincelada, es una magnífica pieza renacentista del primer tercio del siglo XVI. En opinión de plateros afamados, la mejor cruz procesional de toda la diócesis de Astorga.

Arcón románico de finales del siglo XII, proveniente del monasterio cisterciense de Carrizo de la Ribera. Esta pieza de gran tamaño está realizada en madera, presenta figuras bien definidas con predominio de los colores ocre, rojo y azul.

Cruz relicario que porta un trocito del Lignum Crucis, cruz donde estuvo clavado Jesucristo. Es una verdadera joya de la orfebrería de la Edad Media. Este relicario es venerado por los obispos de Astorga a su llegada a la diócesis.

Esenciero árabe: cristal de arte fatimí del siglo X. Los relieves tallados representan motivos vegetales y grecas de sabor oriental. Muestra muy rara del arte califal español, es una pieza auténticamente singular.

Escultura de Santo Toribio, obispo de Astorga en el siglo V y patrono de la diócesis. Probablemente la realizó Gaspar Becerra mientras trabajaba en el retablo mayor de la catedral. Destaca la maestría de su ejecución y el movimiento que presenta la imagen.

Sala II

En esta sala destacan los frontales de altar barrocos, de cuero repujado y policromado, denominados cordobanes, que conforman una notable colección.En el centro, el pulpito, que es una verdadera obra maestra. Realizado en madera de nogal, está atribuido también a Gaspar Becerra. Sobre un pie construido por cuatro caprichosos grutescos con cabeza de león y cuatro ángeles se eleva un cuerpo octogonal con ocho tableros tallados. Bajo cada uno de los paños que llevan las figuras van deliciosas parejas de niños que sostienen tarjetas o retozan juguetones.

Sala III

En el interior de esta sala se puede contemplar dalmáticas, casullas y varias piezas más que conforman la denominada “muda completa”: bolsa de corporales, cubre cáliz, collarinos, humeral y paños de atril y túmulo. Son el conjunto de vestiduras y paños que se utilizaban en la celebración de la Eucaristía hasta la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. A destacar la vitrina que contiene diferentes tipologías de mitras.

Sala IV y V

Se trata de la que fuera la sala capitular en la que se celebraban las reuniones de los canónigos. Resalta sobremanera su monumental artesonado, que fue recuperado del olvido en este siglo XXI oculto tras un techo raso. Al fondo está la sillería de nogal, tapizada de terciopelo rojo. En el centro un sillón abacial, exornado por finísima madera.

Salas VII y VIII

Se conoce como la sala del obispo Castelltort, el encargado de ampliar el museo a finales de los años cincuenta del siglo pasado. A destacar las cuatro tablas pintadas que pertenecieron a un antiguo retablo. Fueron ejecutadas en el siglo XVI y en ellas se representa el apostolado.

En otro lienzo de grandes proporciones se puede ver la representación de la Virgen de Atocha perteneciente al siglo XVII. En la pequeña sala contigua se encuentra el baldaquino que se utilizaba el día de Corpus, rodeado de abundantes muestras del arte popular de la Maragatería, zona en la que se encuentra esta ciudad de Astorga.

En las vitrinas nos encontramos con numerosas Vírgenes sedentes Medievales fechadas en los siglos XIII y XIV y un San Miguel, realizados todos en madera policromada. Además, se incluyen unas tablas góticas del primer cuarto del siglo XVI. Las escenas se refieren a la vida, tentaciones, tormentos y muerte de San Antonio.

Sala IX

Esta sala fue durante mucho tiempo la Capilla de Santa Marina, virgen mártir gallega cuya devoción está presente en muchos pueblos de la diócesis.

Los principales sepulcros corresponden al obispo Martín González y el resto a sus familiares.

Hay que destacar las dos tablas del siglo XV, restos de un antiguo retablo del camino jacobeo que alentaba a los peregrinos en las dificultades de su camino. La primera presenta el tema del “Puente de la vida”. Los discípulos del apóstol Santiago liberados milagrosamente de la cárcel, huían de sus perseguidores y, tras cruzar el puente, éste se derrumba salvándoles de sus adversarios.

La segunda, narra el episodio posterior, la reina Lupa los envía a morir a un monte de toros bravo pero tras hacer la señal de la cruz se tornan en mansos bueyes que portarán el carro con el sarcófago del Apóstol Santiago. La historia termina con la conversión de la reina que les regalará el palacio para que hagan una iglesia dedicada al Apóstol.

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